martes, 20 de octubre de 2009

Más extraño que la ficción

Hoy hemos visto Más extraño que la ficción, una deliciosa película. Lo más destacable es su voluntad metalingüística, algo que ya nos debe sonar a todos pero que no siempre se llega a lograr. Y menos aun en un film.
Lo que nos interesa en este caso es el uso de los infográficos en esta película. Harold, el protagonista, es un amante de los números y una persona bastante cuadriculada, que pretende tener todo bajo control (aunque su vida esté siendo escrita por otra persona). Ese gusto por la exactitud, por la meticulosidad, es lo que reflejan estos infográficos. Como si fuesen operaciones matemáticas, los movimientos y quehaceres habituales de Harold son expresados a través de cifras, símbolos, flechas y vectores, con rigor y simplicidad.
En la película no son más que recursos visuales que refuerzan la potencia narrativa en la descripción de la mente y la forma de ser del protagonista. No aportan claridad ni datos concretos en general. Son simplemente licencias o aportes estéticos.
Sin embargo, podemos darnos cuenta de la razón de ser de la infografía: echar una ojeada multivisual, pluridimensional y a la vez sencilla y clara de procesos, cantidades, enumeraciones, etc.

Nunca fui capaz de anudarme una corbata siguiendo las instrucciones que mi padre me daba. Pero lo logré cuando me compré una que tenía una etiqueta ilustrada. En ella se explicaba, en 6 pasos, cómo hacerlo. Ignoro si se trataba de un nudo Windsor o doble, pero lo cierto es que lo conseguí yo solo. Aunque no sin intentarlo unas 50 o 60 veces. El gráfico salvó mi imagen en la boda de mi primo. El complicado proceso que mi padre intentaba enseñarme se me mostró claro en seis dibujos consecutivos. Esa es la imagen que tenemos de los infográficos. Unos diseños que nos hacen la vida más fácil, que convierten lo complejo en simples giros de muñeca. Por cierto, yo me ahorro más segundo que Harold ya que habitualmente no me pongo corbata (además, he perdido la valiosa etiqueta).


Y en este caso, ya hace un tiempo que se utilizan en la ficción como ingredientes visuales que refuerzan las cualidades de algún objeto, como la fiabilidad, la tecnología y la precisión. Y esto lo saben muy bien los anunciantes de automóviles. Como ejemplo, Audi.


Con este anuncio nos maravillamos ante la sutil perfección de esta creación de la marca alemana. Su maquinaria se mueve igual que el cuerpo humano, en sincronía armoniosa. Nos desvela los entresijos de sus mecanismos a través de unas imágenes sesudas y así como que muy científicas.
Tanto en este ejemplo como en los de la película, los gráficos no nos aportan nada más que sensaciones, la idea de que estamos hablando de algo complejo que se puede representar a través de un gráfico y que así lo vamos a entender mejor. Es algo parecido a cómo "pensaría" un robot, tan frío y calculador. Los gráficos en su vida serían una constante para saber desde qué portabilidades hay que se caiga ese letrero que se mece a merced del viento hasta cuántos movimientos son necesarios para un afeitado aceptable (en el caso de que los robots, algunos, se afeitasen) o cómo debo de dar la mano a aquél otro robot.
Es una simple mirada con tintes futuristas utilizando un recurso ya antiguo. El gráfico está presente porque detrás se esconden muchos datos intrincados. Cuando veo infográficos que me muestran las maravillas de la ingeniería no puedo dejar de acordarme de los Forgendros. (perdonad la calidad, pero es el único que he encontrado).

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